Villa histórica, monumental, escultórica y paisajística
Villa de las Ferias
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25-4-2020 - DOCUMENTOS HISTÓRICOS INÉDITOS 30 / ABRIL – JUNIO 2020
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El Medinense. Periódico semanal de intereses morales y materiales
Medina del Campo, 28 de agosto de 1887 (primer número del semanario)
Impreso sobre papel / 4 págs. de doble folio
Archivo Municipal de Medina del Campo. AMMC, Hemeroteca |
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El Medinense. Periódico semanal de intereses morales y materiales
Medina del Campo, 28 de agosto de 1887 (primer número del semanario)
Impreso sobre papel / 4 págs. de doble folio
Archivo Municipal de Medina del Campo. AMMC, Hemeroteca |
La historia de la prensa local de Medina del Campo, especialmente la del paso de los siglos XIX al XX está aún por hacer. Sus principales características se resumen en dos: por un lado, el elevado número de semanarios que se van sucediendo a medida que desaparecen los anteriores, y, por otro, en la muy corta vida de la gran mayoría de ellos. Nos consta la existencia de más de una veintena de diferentes periódicos publicados en Medina del Campo: al menos, diecinueve semanarios de información general y cuatro diarios feriales (que hemos considerado dentro de este repertorio por su contenido, formato y persistencia en varios años). El primero conocido es El Sarabriense, que aparece en 1865, y el más “reciente” -anterior a los años de la Guerra Civil- es La Verdad, nacido a finales de 1930.
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El Medinense. Periódico semanal de intereses morales y materiales
Medina del Campo, 28 de agosto de 1887 (primer número del semanario)
Impreso sobre papel / 4 págs. de doble folio
Archivo Municipal de Medina del Campo. AMMC, Hemeroteca |
El ejemplar que hemos seleccionado en esta ocasión es el primer número de uno de los más interesantes: El Medinense, rotativo que se publica los domingos a partir del 28 de agosto de 1887, con un número prospecto aparecido el 14 de agosto de ese año. Dirigido por Pablo Federico Álvarez, se imprime en los talleres que él mismo regenta –“Imprenta y Tipografía de Álvarez”-, teniendo su primera redacción en el nº 30 de la Acera de la Joyería de la Plaza Mayor, y, posteriormente, en el nº 4 de la Calle de Padilla. Es por tanto el primer semanario impreso en talleres locales. A partir del número 78 aparece con nueva cabecera, añadiendo un subtítulo más largo: Periódico semanal de intereses morales y materiales, ciencias, artes y literatura. Colaboran con sus artículos personas de cierto relieve intelectual en la Medina de entonces: Antero Moyano, Pascasio López Zarzuelo, Tomás de Jesús Salcedo, Antonio Velázquez Alonso (director del anterior semanario La Voz de Castilla), Emilio Gante, Casimiro Rodríguez Toribio, etc. Entre los artículos más notables están los de carácter biográfico referidos a Bernal Díaz del Castillo, San Juan de la Cruz, P. Hernando de la Concha, Antonio Rincón, etc.; los de temas costumbristas y de historia local: La Ordenanza de los Fuegos, El Címbalo, La Fuente de san Francisco, las Antiguas Ferias, Impresores, Museo Biblioteca Medinense, Voto de San Boal, Privilegio de las Cucharas, El Cuartel, etc. Su extensión es de cuatro páginas con formato de doble folio a cuatro columnas. Entre otros opúsculos publicados en su “Folletín” destacan: “Poesía Inédita” de Anacleto Carmelo Garviras, “Lealtad de un medinense. Episodio histórico” de Saturnino González y Reguera, “Breves observaciones acerca de la industria lanera en España” de Tomás J. Salcedo, “La Orden militar del Grifo” de J.L. de Casas; etc. Desaparece en su séptimo año, el día 15 de mayo de 1893, habiendo publicado 292 números, según leemos en El Castellano de 4 de junio de ese año, a causa de las enormes pérdidas económicas.
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El Medinense. Periódico semanal de intereses morales y materiales
Medina del Campo, 28 de agosto de 1887 (primer número del semanario)
Impreso sobre papel / 4 págs. de doble folio
Archivo Municipal de Medina del Campo. AMMC, Hemeroteca |
Este primer número del semanario se abre con una nota de “La Redacción” dirigida “A la prensa periódica”, titulándose sus primeros artículos “Industria agrícola”, “En busca de la fórmula del alcohol”, “Los alcoholes de industria y los vinos alemanes”, éste en su “Sección Agrícola”. Asimismo, se recogen los precios de los principales productos del mercado local y las principales novedades de los mercados de las provincias de Valladolid, Salamanca, Ávila, Segovia, Palencia y Burgos. No faltan notas religiosas y una “Miscelánea” con reseñas breves sobre las funciones habidas en el convento de Dominicas Reales, una llamada de atención a quienes abandonan sus caballerías a las puertas de las casas, el “susurro” del inminente comienzo de las obras de la estación definitiva del ferrocarril, etc. Cierra la edición la “Sección de Anuncios” en la que aparecen: la propia tipografía de Álvarez en la que se imprime el periódico, el pintor-decorador de interiores Antonio Hoyos y el Colegio de Segunda Enseñanza Isabel la Católica. Sorprende que no haya referencias a los inmediatos festejos patronales de San Antolín, quizá por ser “terreno” de El Anunciador Medinense, publicación ferial que aparece ese mismo año repartido gratuitamente los días 2, 3 y 4 de septiembre, desde la imprenta de Benito Manuel.
Los “asientos” son contratos con la Hacienda Real que implican la puesta en marcha de operaciones financieras de cambio y crédito mediante las cuales un banquero o consorcio de hombres de negocios proporcionan un anticipo de capital a la corona. Ante la inexistencia de un banco central capaz de gestionar los créditos necesarios, el rey se obliga con hombres de finanzas que, merced al amplio y complejo entramado de relaciones internacionales, pueden situar en un lugar concreto grandes sumas de numerario en moneda local. La forma preferida para transferir el dinero es la habitual de los hombres de negocios: giro de letras de cambio pagaderas a corto plazo en las ferias de contratación. La mayoría de estos asientos sirvieron para financiar las guerras de Flandes que, desde 1566-67, se sumaron al continuo goteo de dinero de la Monarquía Hispana en sus conflictos europeos.
Los asientos con la corona suponían un buen negocio para los hombres de finanzas porque, aparte de un tipo de interés más elevado que el precio oficial de cambio, se unían otras ventajas como la licencia de exportación o “saca” de moneda, generalmente por la mitad del total de dinero, que estaba exenta de tasas. Entre las garantías que los hombres de negocios exigían al rey hay consignaciones o “libranzas” de la corona, normalmente “juros”, un tipo de deuda consolidada sobre determinadas rentas reales como salinas, aduanas o alcabalas.
Aunque la fortuna de Simón Ruiz no se puede comparar con la de otros grandes hombres de finanzas alemanes como los Fúcar o genoveses como los Grimaldi, su rectitud y talento en los negocios le animaron a intervenir como asentista de la corona a partir de enero de 1576, mostrando un espíritu emprendedor que podría haberle costado caro máxime cuando pocos meses antes, el 1 de septiembre de 1575, Felipe II decretó suspensión de pagos y se declaró en bancarrota, sin duda un duro golpe a los hombres de negocios y especialmente para los genoveses. En el presente cuaderno aparecen anotadas las cuentas de sus primeros asientos hasta el año 1580, un total de diez operaciones en las que Simón Ruiz participa con un capital relativamente modesto. Entre ellos encontramos ejemplos de los llamados “asientos de España”, es decir, negociados en Madrid por el Consejo de Finanzas; mientras que otros, urgidos por la apremiante necesidad de dinero, fueron hechos en París o en Flandes con los capitanes generales del ejército (Juan de Austria y Alejandro Farnesio, sucesivamente) y luego refrendados por el rey. Las operaciones contables de estos asientos aparecen anotadas en el cuaderno como partidas contrapuestas: a la izquierda el “debe” y a la derecha el “ha de haber”.
El mecanismo de estas operaciones es casi el mismo en todos los asientos. Se señala una cantidad de dinero como anticipo a un valor o precio determinado de cambio. Se establece la fecha de entrega en una plaza extranjera girando letras de cambio sobre un agente financiero de confianza que operase allí con la orden de pago a favor del representante de la corona, normalmente el pagador general de los ejércitos de Flandes. En el caso de Simón Ruiz actúan como socios financieros y operadores intermediarios fundamentales los Bonvisi, con delegaciones en Lyon y Amberes, también Tommaso Balbani de Mons; encontramos también a los agentes portugueses Luis Álvarez Caldera, Fernão Ximenes y Rui Nunes, Felipe Denis o Felipe Jorge y algún mercader español bien relacionado en la plaza de Amberes como Jerónimo de Curiel. El reintegro de los asientos se realiza mediante el retorno de letras de cambio giradas desde Flandes por el capitán general sobre el tesorero del Consejo de Hacienda a pagar en Madrid a favor de Simón Ruiz y que cobrarán apoderados suyos establecidos en la Corte como Lorenzo Spínola, Hernán Correa de Velasco, ocasionalmente su sobrino, Pero Ruiz Envito y, la mayoría de las veces, su criado y hombre de confianza de casa, Lope de Arziniega al que, precisamente, se le remite este cuaderno de cuentas a Madrid el 30 de junio de 1582 para encargarse del fenecimiento de cuentas pendientes, en particular, del cobro de unas libranzas que salieron inciertas sobre alguno de los asientos.
Fernando Ramos González
Antonio Sánchez del Barrio
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